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No sé mear en el agua. Es una de las dificultades más grandes que se me pueden presentar en la vida: estar meándome adentro del agua y tener que salir a buscar algún lugar más propicio para eso. Sé que es ridículo, que lo fácil y lógico sería fluir y ser una con el medio acuoso pero no me sale. 

El  autor de este libro una vez que me obligó a mear en el río. No te vas a ir de acá hasta que yo no sienta el agua caliente, dijo el muy forro sonriendo amenazador a medio metro de distancia.  Así es el: parece tener la misma determinación para escribir todo lo que piensa que para mear sin pudor en el medio de un río, a sabiendas que ahí no hay ningún líquido delator posible. No hay manera de no sentirse un poco cómplice en estas líneas y quizás eso sea lo más admirable de estos relatos: llegar a hacer causa común con un grupo de pedófilos o pensar en la consistencia de la caca en una pileta de natación.

Confieso que un poco me alivió leer que alguien más siente una voz constante, impredecible y muchas veces traicionera cuando está abajo del agua. Como si todo el sonido se volviese para adentro y la cabeza tuviera el micrófono al palo. Lo que pensamos cuando nadamos tiene las asociaciones libres más liberadas del planeta y acá parece que Machacko no sólo las registra sino que les enchufa el amplificador para que se oigan con más nitidez.  

Bir

PENSAMIENTOS EN EL AGUA

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